Una misión evangelizadora
había llegado con su mensaje hasta una comunidad indígena del Chaco paraguayo.
Al culminar, los misioneros se quedaron esperando la opinión del cacique, quien
tenía prestigio de sabio entre los suyos.
Él, tomándose su tiempo, al final
dijo:
—Eso rasca. Y rasca mucho, y rasca muy bien.
Y sentenció: —Pero rasca
donde no pica.
Al navegar por este libro de la Fundación Promigas, al recorrer
sus paisajes (por aire en vista panorámica y por tierra paso a paso), recordé
esta pequeña crónica que nos regaló Eduardo Galeano en su Libro de los abrazos,
y la tomé como referencia.
Este libro rasca, rasca mucho, y rasca muy bien.
Pero lo mejor es que rasca allí donde pica. ¿Por qué esta obra hoy en América
Latina?, ¿cuál es su sentido?, ¿cuál su pertinencia y aporte?
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